lunes, 12 de octubre de 2020

ÉTICA. TEMA 1: INTRODUCCIÓN A LA ÉTICA

1.LAS ACCIONES CON SENTIDO ÉTICO

¿Qué acciones tienen sentido ético?

Una acción ética es aquella que es buena o conveniente, pero por muy mal que nos suene también son acciones éticas, con sentido ético, aquellas que son malas o inconvenientes.

Una acción tiene valor ética, tiene sentido adjetivarla como ética, si podemos juzgarla como buena o como mala. ¿Qué tipos de acciones son susceptibles de ser juzgadas como buenas o malas? Aquellas acciones en las cuales el sujeto que las realiza es consciente y responsable y, por tanto, que tendría sentido que se le premiase o se le castigase una vez realizadas.

Para que una acción sea ética, en el sentido propio, tiene que reunir ciertas características. Veamos cuales son:

1.1 LIBERTAD

La primera característica es la libertad, la acción tiene que ser libre.

Una acción es libre si lo que mueve a realizarla es la voluntad. Es decir, que se hace porque se quiere. Si se tiene al menos otra posibilidad de acción y se elige realizar ésta y no la otra, la acción es libre.

La libertad consiste en la posibilidad de elección en cada momento según la voluntad.

Podemos imaginar un ser que tenga infinitas posibilidades de elección en cada uno de los instantes de su vida. Puede estar en China o en Alemania, puede ser grande o pequeño, etc., sólo con desearlo. Evidentemente, nadie conoce un ser de tal naturaleza. Muchos consideran que un ser así sería Dios mismo. La libertad de este ser sería absoluta o total.

Generalmente la libertad de los seres que consideramos libres es más restringida. Si un ser en lugar de tener infinitas posibilidades o muchas posibilidades tiene muy pocas o incluso sólo dos, diremos que este ser es libre. Es libre relativamente y no de forma absoluta. Un ser que tenga la posibilidad de hacer una cosa o de no hacerla, sin más, posee una libertad relativa.

¿Son libres los animales? Seguramente ya has caído en la cuenta de que las cosas, e incluso las plantas, no son libres. Evidentemente, no eligen hacer lo que hacen. Una piedra, por ejemplo, está determinada por las leyes de la física. No puede dejar de caer si la suelto desde un octavo piso. Una planta está determinada por las leyes de la física y también de la botánica. Si la riego y la cuido bien, crecerá y dará hojas o frutos. En otoño estas hojas se le caerán, etc. Sin embargo, tenemos una tendencia a pensar que los animales sí son libres, responsables y, por tanto, susceptibles de ser calificados de buenos o malos, de ver mérito o desmérito en sus acciones. Muchas veces, en los telediarios o en los periódicos oímos que tal raza de perros o un tipo de mosquito de picadura peligrosa, son malos, que tal animal actuó valientemente y merece un premio, un reconocimiento de su bondad, etc. Esto sería un reconocimiento implícito de su libertad, pues ya hemos dicho que sólo un ser libre puede ser calificado como bueno o malo, sólo un ser libre puede ser responsable de su acción ¿Son libres entonces los animales?

Los animales tampoco son libres, aunque a veces lo parezcan. Su conducta está determinada por las leyes de la física, de la biología y por sus propios genes, es decir, por su instinto. Cada especie animal está programada para realizar ciertas cosas cuando recibe un tipo de estímulo concreto. Nosotros podemos hacer que los animales aprendan a realizar cosas más allá de su instinto, pero tampoco en este caso los animales eligen su acción. Están entonces determinados por el hombre que les enseñó. Si a un perro le enseñamos a morder a los niños, por ejemplo, el responsable de la acción no es el perro sino el hombre que le enseñó a realizar tal cosa.

¿Somos libres las personas? En muchos sentidos las personas nos parecemos a los animales. Siendo así podríamos tener la inclinación a pensar que entonces resulta que las personas tampoco somos libres. Estamos, como las piedras, determinados por las leyes de la física; como las plantas, crecemos y nos nutrimos, y como los animales estamos dotados de instinto, una especie de programación genética que nos indica qué debemos realizar en cada caso. Además, está la programación cultural, lo que nos enseñan desde pequeñitos nuestros padres, los profesores y la gente que nos rodea. Y sin embargo el ser humano puede inventar un artefacto para burlar, en alguna medida, la ley de la gravedad, puede dejar de comer aunque tenga hambre, si se proclama en huelga, y por mucho que le digan los profesores y los padres que fumar es malo, puede, si quiere, fumarse un cigarro. Los hombres somos entonces libres.

¿Somos absolutamente libres? A un ser absolutamente libre no se le impone nada y toda su situación presente es resultado de su elección y voluntad. Pero nosotros no hemos elegido muchas cosas: el país donde hemos nacido, nuestro aspecto físico, nuestra familia, etc. Somos, pues, relativamente libres. La libertad es una condición humana a la que es imposible renunciar. Si dejo de ser libre, he elegido dejar de ser libre. Por lo tanto he ejercido mi libertad y sigo siendo responsable de mis actos. Un filosofo francés contemporáneo llamado Jean Paul Sartre refiriéndose a esta condición humana ineludible decía que estamos condenados a ser libres. Es decir, que lo somos aunque no queramos. Y aunque tiene sus ventajas también tiene sus inconvenientes. La acción humana es la única que puede ser calificada de libre, aunque sea relativamente, pero precisamente por esta relatividad nuestra libertad es restringida, porque no tenemos un número infinito de posibilidades de acción (aunque siempre tenemos al menos dos) y porque no todas las cosas que hacemos las hemos elegido. Si estornudo, si toso (a veces no se puede evitar), si el corazón me late más deprisa tras una noticia inesperada no son cosas que yo haya elegido. Si un hombre en estado de sonambulismo mata a otro, tenemos una inclinación a pensar que la acción es mala, inconveniente y, por tanto, que es libre. Podríamos considerar entonces que el hombre en cuestión sería un asesino y merecería un castigo. Pero si de verdad estaba sonámbulo, no fue su voluntad libre la que motivó su acción. Actuó como un autómata. Algunos psicoanalistas consideran que cuando se hipnotiza a alguien y se le programa a seguir los mandatos del hipnotizador, la voluntad del sujeto, su capacidad de elección, se anula. Si esto es cierto, tampoco alguien hipnotizado es libre ni es ética la acción que realice en este estado mental. Tal vez has visto, en alguna película policíaca o de misterio, como un individuo, tras ser hipnotizado, obedece la orden del hipnotizador y comete un crimen.

1.2. LOS OTROS Y YO

La segunda característica que tiene que tener una acción para ser una acción con valor ética es que repercuta en los otros (al menos en mí mismo), para bien o para mal, directa o indirectamente. Si elijo abrir el puño mientras veo la televisión, por ejemplo, mi acción es libre, pero caprichosa. No me aporta ningún bien ni mal y, por supuesto, tampoco a mi vecino. Existen algunas acciones que directamente no influyen en las personas, pero si indirectamente. Tal vez talar árboles en Brasil o matar conejos en Australia no influye directamente, de modo inmediato, en ningún ser humano. Pero más tarde o más temprano muchos hombres, incluso nosotros mismos, sufriremos las consecuencias. La tala sistemática de árboles en la selva amazónica, perjudica a los indígenas que viven allí, pero también perjudica, a la larga, a toda la humanidad, pues provocará cambios climáticos que nos hará la vida más difícil a nosotros y a nuestros hijos. El exceso de conejos en Australia, una especie de plaga ocurrida hace algunos años, perjudicaba las cosechas y ponía en peligro muchas vidas humanas, además de otras especies animales. Durante un tiempo, cazar conejos en Australia era éticamente correcto, porque beneficiaba a muchos seres humanos que corrían el peligro de morir de hambre. La acción ecológica, el respeto a la naturaleza, es ética en la medida en que consideremos a la naturaleza como un bien, y que conservarla o cuidar de su equilibrio, nos beneficia a todos los hombres.

1.3. CONOCIMIENTO

Para que una acción sea plenamente ética, además de las dos características anteriores es necesario que conozcamos los efectos que puede tener sobre los otros y sobre mí. Si una acción es libre y además repercute en personas, puede no ser ética si el sujeto que la realiza no conoce las consecuencias. Imagina que alguien ha manipulado una máquina de refrescos de un modo algo macabro. Si elijo tomar un refresco de naranja una bomba caerá en una cuidad superpoblada y morirán muchos seres inocentes, pero si elijo tomar un refresco de limón mucha gente que pasa hambre en el mundo recibirá alimento. Aunque la acción es libre y repercute en otros seres humanos no es, propiamente, ética porque no conozco los efectos que produce la acción en los otros.

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